4.1.24

Veinte años de blogging

Debo admitir que me siento bastante grande escribiendo esto, porque recuerdo perfectamente cómo descubrí los blogs en mi adolescencia, pero todo comenzó mucho antes, así que les contaré una historia. Siéntense alrededor de la fogata o de su celular y disfruten de éstas anécdotas de abuelita que comienzan en el año 1997.


1997

En ese año yo ya era un usuario activo en internet, pero a penas era una niña que tenía Encarta, hacía sus tareas en la computadora de su tío y buscaba información en Lycos, aunque no encontraba mucho contenido en español y aún tenía que recurrir a las monografías de papelería. Pasaron dos años y en plena pubertad entraba a salas de chat en LatinChat, usaba Yahoo y tardaba horas para que las imágenes cargaran con el internet por módem que usaba la línea telefónica de mi casa. Incluso conecté un módem externo que encontré en los escombros de unas computadoras viejas. Ese sonido que ahora parece de la prehistoria y que hacía enojar tanto a mis papás era mi momento feliz, qué nostalgia. La función de los "cibercafés" fue primordial, porque tenían computadoras más rápidas y obviamente la velocidad de internet era mucho mejor. ¿Recuerdan los disquetes? Eran un tesoro porque ahí guardaba toda la información necesaria -y no tanto- para mis tareas de la escuela.

29.7.23

Y un día conocí París

Lo primero que conocí al llegar a París fue Montmartre. En ese barrio, a una calle de la Basílica del Sagrado Corazón —en francés Sacré-Coeur— estaba mi hostal. Llegué por la tarde y llovía. Me perdí un poco en la estación de trenes y mi maleta rosa rodaba y rodaba por el empedrado camino. ¿En qué momento sucedió esto? ¿En qué momento estoy sola en estas calles buscando WiFi para pedir un costoso Uber? 

Cuando iba en el auto miraba todo con curiosidad y las gotas en la ventana lo hacían más romántico porque con las luces cálidas de los restaurantes y de las farolas se hacía un efecto bokeh precioso ante mis ojos. Era una escena de película cursi, justo como la había imaginado durante tantos años. Lo mágico de esta situación no es que haya sucedido, sino cómo, porque no fue un viaje planeado a esta ciudad, en realidad sólo necesitaba un vuelo a Europa y el mejor en las fechas fue uno en Air France directo a París. La idea era tomar otro vuelo ese mismo día, pero pasaron cosas y lo mejor era quedarme en la ciudad, una noche que después se convirtió en otra y otra y otra, hasta que ya no quería irme. Probablemente si lo hubiera planeado no hubiera sentido tantas cosas bonitas, fue por cómo sucedieron cada uno de los eventos, como una cadena invisible. Y poniéndome más cursi puedo decir que sentí como si fuera destino. 





Siempre había soñado con caminar sola por las calles de París. No había imaginado ningún museo, ningún restaurante, ni siquiera me había imaginado posar con la Torre Eiffel, sólo quería caminar y mirar lo que pudiera, intentar comunicarme en las tiendas, conocer y ver pasar a las personas, perderme un poco, subir y bajar del metro. Y así fue: me sentí en casa. Me gusta ver a París como es en realidad y como es en las películas. Me gusta que sea arte, caos y belleza y contraste. Caminar y caminar y mirar hacia arriba.







2.8.22

El documental 'The art of life' sobre Michael Behrens.

 


Cuando terminé de ver por primera vez este pequeño documental, pensé que no me había dicho nada nuevo, no había aparecido el hilo negro, sin embargo me hizo recordar cosas y situaciones que había olvidado, y al menos por un momento me reconecté con una parte de mí. De inmediato pensé en las personas que no han sido muy profundas en la vida y miran a personas como él como grandes sabios. De pronto me encontré con un diálogo en mi mente que decidí escribir en mi libreta, sin ningún tipo de edición o pausa, directamente de la mente a la tinta y papel. Cuando lo releí me di cuenta que si lo compartía podría confundirse con resentimiento, que faltaba mucho más por explicar, pero decidí no hacerlo. 

Lo escribí simplemente con el propósito de hacerles ver que lo que sucede en el video es una realidad de millones, es una opción de millones, que no necesitamos experimentar exactamente las mismas cosas o querer recrearlas para llegar a las conclusiones que él llegó, porque podemos hacerlo desde nuestra realidad. He comparado a los mexicanos de distintas épocas, porque es lo que más conozco, y es en la cultura que he vivido. Porque suelen preguntarnos por qué estamos en la lista de los países más felices del mundo si tenemos tanta corrupción y violencia. No puedo comparar a cada mexicano, porque sería ilógico e imposible, pero hago un pequeño análisis muy general basado en el video. También encontrarás anotaciones al aire que resonaron en mi mente, claro es que sin la intención de menospreciar lo que él ha aprendido y vivido. Al contrario, me parece valioso que haya podido compartir su camino. 

16.5.22

Esa ansiedad

 Estábamos platicando y se acercó mi gato Mishi pidiendo de comer. Jan comía fruta y le dio un pedacito para que lo probara. Esos segundos entre darle un trozo de fruta y Mishi abriendo la boca, para mí significaron una tortura. Comencé a imaginar que ese pequeño trozo se le atoraba en la garganta, que comenzaría a toser, pensé en qué haríamos sin dinero en efectivo, en dónde encontraría un veterinario cerca de esta nueva casa y en cuánto tiempo llegaríamos. Mis pensamientos se detuvieron cuando Mishi se lamió los bigotes e insistió por más. 

13.5.22

Ataque de pánico

Mi amigo José y mi amiga Diana me acompañaron por un pastel a Starbucks, no era la primera vez que nos veíamos en ese lugar, quedaba frente al departamento donde vivía, así que era sencillo para vernos y platicar. Era finales de agosto del 2018. Todo iba muy bien, risa aquí, risa allá, drama aquí, drama allá. Comencé a contarles sobre la situación que estaba pasando mi prima en el hospital desde hace un año, y en ese momento sucedió algo que yo ya conocía muy bien, un zumbido, mareo y ganas de correr. Me he desmayado muchas veces en mi vida, porque tengo una condición que se llama disautonomía, así que sé perfectamente cuando habrá un desmayo y ese era uno de esos momentos. Sentí la necesidad de salir de ahí y correr hacia mi departamento para acostarme antes de que me desmayara. Me levanté rápido y les dije, me siento mal, tengo que irme. Caminé muy rápido mientras ellos iban detrás de mi y me detuvieron a mitad de camino. José me sostuvo de la mano y me dijo que respire, para eso momento ya no veía nada, estaba temblando y sudando frío.