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11.2.16

Rosario, Argentina

¿Cuántas veces hemos postergado nuestra felicidad? ¿Cuántas veces hemos postergado esos pequeños detalles que indudablemente cambiarán nuestras vidas? Me ha sucedido infinidad de veces y no creo tener la receta para contrarrestarlo, sólo una lógica respuesta: si lo quieres, hazlo, tómalo, vete.


Un impulso así me llevó a conocer esta ciudad. Es famosa porque ahí nacieron Ernesto Che Guevara, Fontanarrosa, Fito Páez y Lionel Messi. Sin embargo, antes de llegar, las personas a mi alrededor estaban asustadas, porque decidí ir en un momento especialmente "crítico" para Rosario. Grupos de poder, drogas, revueltas y crímenes se anunciaban sin parar en periódicos en toda la Argentina. Desconocía todo, pero siempre pensé que no todo puede ser tan malo como lo pintan. 

3.2.16

Monumento Histórico Nacional a la Bandera

Imprescindible visita. Símbolo de la ciudad de Rosario. Es el lugar donde se izó por primera vez la bandera de Argentina, junto al Paraná. Tiene forma de nave y fue diseñado por los arquitectos Ángel Guido y Alejandro Bustillo. 


3.11.15

Caminando de noche: La Boca - Caminito



No se por qué, pero la noche me puede y mucho. Es muy común que esté despierta hasta tarde, hubo momentos en mi vida que dormía a las 3am y despertaba a las 6am para ir a trabajar. Todos tenemos nuestras horas favoritas para ciertas actividades, la mia es después de medianoche, específicamente, para escribir. Es curioso, porque para salir y explorar el mundo no me gusta tanto, tal vez sea que los centros nocturnos nunca me han llamado tanto y prefiero la tarde para caminar y tomar fotos. Claro que también le he echado la culpa a mi ceguera y por la noche, no es broma, siento que no veo jaja. Igual debe de haber algo en mi subconsciente sobre el peligro o asaltos, eso provoca una pequeña alarma y la reacción es preferir no salir.

14.7.15

El planetario

Acompañada de un Rosarino despistado que no ama las ciudades y que no conocía bien Baires, yo fui la guía turística en un lugar al que no había ido jamás. Así que sin gps, sin celular y su maravilloso google maps y con una guía de papel que era un desastre, seguí mi sentido de orientación. 


12.7.15

La Paz

Eran las 9pm y llegaba de Rosario a Buenos Aires, eran mis últimas horas en ese país. Caminando por Corrientes, un fanático de Páez me dijo: "Mira... Durante un mes vendieron rosas en La Paz... once y seis." En ese instante me llegó toda la historia que he tenido con ella. La canción la conozco de toda la vida, pero el lazo que me une con esos dos niños enamorados, no pasa de 6 años. Sí, precisamente seis, la edad de ella.


7.5.15

El Ateneo Grand Splendid

Desde que supe de su existencia, me prometí visitarla en alguna parte de mi vida. Debo confesar que no pensé que tardaría más de 10 años para esto, pero creo que fue en el mejor momento. Mis 27 años estaban por terminar y un check a mi lista de deseos estaba sucediendo. Estaba visitando una de las librerías más bellas de todo el mundo: El Ateneo Grand Splendid en la ciudad de Buenos Aires.


25.2.15

Gracias Buenos Aires

Gracias Buenos Aires. Me he repetido la frase durante semanas, porque he escrito durante 3 meses lo que me dejó y no he podido concretar ni puntualizar más, no alcanzan mis palabras, ni las letras, ni las sensaciones de todo lo que significó viajar a ésta ciudad, de cómo hizo que cambiara mi vida y la forma tan extraña de darle la bienvenida a lo que hoy mismo estoy viviendo. Nunca había estado tan marcado en mi vida la parte de "cerrar círculos", de ponerle palomita a algo que habías dejado pendiente. Y es que puedo decir que las pocas personas que recuerdan la historia se han sorprendido bastante con mi decisión de viajar de la nada y con el caos de mi vida a flor de piel. Quienes no conocen la historia, tendría que contarles 10 años de "algún día", 10 años de "estará acá", 10 años de una soledad compartida a través de la pantalla. Tal vez esa historia venda más que lo que estoy escribiendo ahora, pero no importa, la he vivido y eso basta.


18.12.14

Al sur

Todo comenzó al dejar mi maleta en el mostrador, ahí creí que era cierto que me iba, pero faltaban muchas horas para mi destino y yo sólo pensaba que aún algo podía pasar y no llegaría. Tal vez ahora suena bastante ridículo, pero eso sentía todo el tiempo. Que simplemente no iba a suceder.



Me dio tiempo de comer un poco y de poder despedirme. Isa me llevó un libro, una historia sin fin que no abrí en todo el camino. Sucede que no sentía que tenía que abrirlo, que no era su momento.

Iba hecha un caos, llevaba una bolsa con un montón de suéteres, cámaras y cargadores, audífonos enormes y una revista con Mafalda en la portada. Pasé hacia la sala de espera y encendí mi celular. Ahí estaba yo, sola, como la primera vez que viaje en avión hace algunos años. Mientras estaba en la fila para abordar, mi mamá estaba al teléfono. Me daba indicaciones como toda madre preocupada cuando su hija se escapa a otro país, pero también me dijo que no necesitaba de todas esas palabras, porque siempre he sido fuerte y hábil. Me dio la fuerza necesaria para no quebrarme y salir corriendo, para no escribirle y decirle que me detuviera, que no era verdad, que no quería. Al colgar supe que tenía que hacer un pacto conmigo y con mis sentimientos. Así es, estamos solos, dile que si a la aventura. Y volé.