20.12.16

Visita rápida a Todos Santos y al Hotel California

Después de perder el primer autobús y subir al siguiente sin perderlo, mi camino lo disfruté con música y comiendo un poco. En poco tiempo llegué al pueblo mágico de Todos Santos, no estaba en los planes, pero quería conocerlo. Cuando bajé del autobús mi primera impresión fue "¡Que pequeño!", seguido de un "¿Y ahora qué hago?". Así que lo primero que hice fue no fiarme más de los horarios de autobuses y preguntar directamente en la central, mi intención era sólo conocer el centro y el Hotel California. El cliché de todo viajero que llega a Todos Santos. Lo siento, yo ya estaba ahí y no iba a perder oportunidad. (En  mi mente estaba tarareando la famosa canción de The Eagles). 

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El siguiente bus salía una hora después y aunque al inicio pensé que sería un error, compré el boleto. Justo al ver mi celular y abrir google maps para ubicarme y saber por dónde ir, dejó de funcionar. Tengo la fortuna de orientarme bien y de memorizar algo general a penas vea un mapa. Recordé por dónde pasó el bus al llegar y los letreros que habían, así que caminé en esa dirección. Era mediodía aproximadamente y el calor estaba a tope, las calles no son rectas, me refiero a que son pequeñas colinas, Entre cerré los ojos para tratar de enfocar —gracias miopía— y vi un edificio naranja, al acercarme y ver mucho más movimiento de turistas, vi el letrero que confirmaba mi hallazgo, había llegado al Hotel California. Todos se amontaban frente a él para tomarse la foto del recuerdo, del "yo estuve en el famoso hotel". Fui corriendo y esperé mi turno. Le pedí a un señor que me tomara una foto, pero no estaba de buen humor y a pesar de que me ayudó, casi me avienta la cámara después.

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Mi foto de turista. 
Seguí caminando y pasé a la iglesia, a pesar de no ser religiosa, la arquitectura de cada lugar me atrae y estas construcciones siempre tienen algo de especial. Entré con una familia que miraba raro, nunca me sonrieron. La iglesia (es una misión) es realmente pequeña, así que no tomé muchas fotos, aproveché para sentarme y descansar, la verdad es que fue el pretexto perfecto para refugiarme del sol. Al salir fui directo a una parte que parecía un mirador. Sí, se veía increíble. Una chica y un señor estaban en una banca, me gritaron "es el mejor lugar para tomar fotos", y sonreí. Tal vez si me hubiera quedado más tiempo, lo escogería para mirar el atardecer. 

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No puedo creer que sean tan pequeño y que no haya más que tiendas. No, no lo recorrí por completo, pero bastó con dar un par de vueltas para darme cuenta de que no podía hacer más. Entré a un par de galerías y listo. El desierto sí estaba desierto. En el cuadro principal del pueblo están los turistas recorriendo, en su mayoría de Estados Unidos, gringos como les llaman, y mayores. Fuera de esas dos calles no hay más personas. Vi a un par de niños caminando, y a otro grupo más jugando fútbol. Desistí de mirar mi celular para ver si funcionaba, y fui directo a la central de autobuses. Claro que la central es un local más pequeño que una tienda de abarrotes. 



¡No me dejó el camión! Llegué justo a tiempo y subí. Tampoco era la intención ir a Cabo San Lucas en tan pocas horas, pero ya estaba ansiosa, conocería el Arco del Fin del mundo y prometí volver a Todos Santos y ser más mochilera. 




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