21.6.11

Jugar contigo


Yo trepaba árboles. Perseguía a los gatos que andaban por ahí caminando en el techo de la casa, por supuesto que me 'trepaba' en la ventana y brincaba hacia el techo para correr y correr tras ellos. [Mi abue de pronto sabía que estaba arriba porque escuchaba mis pasos]. Le quitaba los huevos a las gallinas y una de ellas me dejó una marca a lado de mi ojo izquierdo, por fortuna no le atinó, porque ¡seguro quería sacarme el ojo! jejeje, ahora sólo tengo un hoyito como recuerdo ^^!

Por increíble que parezca, era la mas alta de la clase y la consentida de la cocinera, siempre me hacía esa sopa con galletas que tanto me gusta. Jugaba con piedras y construía casas con ramas de árbol. Cortaba nopales y mi abuelito me ayudaba a quitarle las espinas para que pudiera comerlos. Quisiera que me ayudara otra vez.

Tenía la habilidad de romperme sin miedo. Caí al suelo de cara y sin meter las manos, aun con la advertencia de que eso sucedería si brincaba de la banca al cofre del vocho, justo después de haber granizado. Fui a la escuela con una costra por cara y no me importó. Volé hacia atrás desde un columpio, mi nuca se posó en un tabique rojo y me desmayé. Obstruía el camino perfecto de las hormigas y les quitaba su cargamento. El lodo y los árboles eran mi vida.

Me gustaba dormir bajo la cama. Alguna vez cerraron dos tiendas departamentales porque no me encontraban, yo estaba debajo de una caja y debajo de la ropa. Cargué a mi hermano para tirarlo a la basura, yo tenía 5 años y mi mamá había traído a ese bebé y no a una niña grande como yo. Me gustaba mojarme al regar las plantas. Odié los vestidos y sus olanes. Nunca estaba limpia y jugaba en la casa del perro. Tenía globos en forma de avión y no me aguantaban para volar. 

Mis pollos nunca crecieron y nunca encontré la llave para liberar a los patos. Salía a la calle sin abrir la puerta porque brincaba desde una ventana o la pared. Yo sabía quiénes eran los reyes magos y me encargué de que los bebés lo supieran para que no les vieran la cara. Jugaba con la espuma del lavadero donde había ropa limpia. Siempre me regañaban. Resolvía con caritas felices los libros de sociología de mi tio. Atravesé entre dos columnas de tabiques que estaban sobrepuestos y se me vinieron encima. También cayó sobre mi espalda un costal de granito, pesadísimo; mi mamá pidió ayuda porque no podía quitármelo, pensaba que ya era una estampa.

Trepaba a los árboles para conseguir granadas e higos. Los duraznos nunca salieron. Siempre quise tener compañeros de juegos que hicieran lo mismo y no solo me vieran desde abajo mientras los enseñaba como acomodar las rodillas para subir por la pared...

Hoy pasa algo parecido, juego muchas veces sola, aunque aprendí cosas inútiles que hacen que todo sea menos divertido. Quiero mi lodo y mis árboles. Quiero mis animales, mis caídas, mis 'no me importa'. Quiero que sepas que sigo siendo yo y que quiero jugar contigo...






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